El poder en la época moderna

SUMARIO
Epígrafe previo 1202
Cap. 12
Rafael Cejudo Córdoba (Área de Filosofía Moral. Dpto. de CC. Sociales y Humanidades, Universidad de Córdoba)
El Poder en el siglo XVII: ciencia, metafísica y política
Epígr. 1203 El poder en la metafísica del S. XVII Párrafos 1-5 de 16
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El poder sobre la Naturaleza
     El legado de Galileo, llevado por Newton a su consumación, es haber demostrado que en la Naturaleza no hay más que una sola clase de materia, uniforme y con tendencia al centro de gravedad del sistema. Las propiedades reales y objetivas, que Galileo llamó accidentes primeros, son siempre cuantitativas. Colores, sabores, configuraciones hermosas o bellas, … todo eso son cualidades subjetivas que sólo existen en los perceptores [5]. El mecanicismo, inaugurado por R. Descartes, es esto mismo: si el espacio físico es como el geométrico, y si los indivisibles que componen la materia son como los puntos de las magnitudes continuas, entonces las propiedades de la Naturaleza material son geométricas o matemáticas.
 
   
 
     El mecanicismo no sólo rompió el orden homocéntrico platónico-medieval, sino también el proyecto humanista de comprensión de la realidad a partir de las obras literarias y artísticas. El yo y la conciencia individual pasaron a primer plano porque perdidos su lugar natural, se revelaron como problemáticos. El interés fecundo que hay en la filosofía del S. XVII por el agustinismo y por su valoración de la interioridad se deben a esta causa. Ya en el Renacimiento tardío había surgido el yo, el sí mismo, como objeto de reflexión e investigación. Por un lado en el teatro y la literatura, donde aparece el yo como constituido por las convenciones sociales y las decisiones individuales, en lugar de ser un ente de naturaleza inmutable. Montaigne dice así que sea cual sea el papel que representemos tendremos que representar también el nuestro. Durante el S. XVII esta búsqueda de la propia identidad se hace dramática, tal como ilustra la literatura barroca de Shakespeare o Cervantes, pero también la metafísica cartesiana de la subjetividad. Esta pesquisa de nuevas delimitaciones, lugares y fronteras, este deseo de un orden nuevo, llevó a Descartes hasta la tajante separación entre el ámbito de la materia y del espíritu. La imposición espacial de un orden, que en el caso político se concretó en la paz de Westfalia, en el caso de la antropología culminó en el dualismo mente-cuerpo[6] . Descartes intentó reservar para la libertad el ámbito de la mente o espíritu. A cambio el ámbito del cuerpo, concebido también como engranaje de la máquina natural, queda como objeto del poder tecno-científico.
 
   
 
     La sustitución del humanismo por el mecanicismo tiene comienzo, en tono mayor, en Leviatán de T. Hobbes*, obra a cuya portada nos referimos al comienzo [7]. La tesis mecanicista no es que los autómatas podrán ser tan perfectos como la Naturaleza, sino que la Naturaleza es un gran autómata. Lo natural y lo artificial sólo se diferencian en su causa eficiente. De aquí se siguen varias tesis subordinadas pero también fundamentales: que las leyes naturales son principios mecánicos; que la Naturaleza puede alterarse como puede cambiarse una máquina; que, al igual que la máquina es objeto de construcción, la Naturaleza es objeto de reconstrucción mediante el análisis; que igual que las máquinas pueden dominarse y son instrumentos de poder, también la Naturaleza puede dominarse y servir para dominar. Hobbes declara que "el arte [la técnica] va aún más lejos, llegando a imitar esa obra racional y máxima de la naturaleza: el hombre"[8] .
* Enlace a referencia
 
   
 
     Hobbes se refiere a que el resultado de esa imitación es el Estado. Esto supone la consideración de la política como técnica, en un sentido diferente y más radical que el de Maquiavelo[9]. Por ello Hobbes utiliza la teoría sobre la motivación y la razón que poco después Locke enunciará en términos generales: la racionalidad instrumental como explicación de la conducta.
 
   
 
     Más allá de su inmediata aplicación a la política, la reducción del hombre a res extensa tiene otras implicaciones. Acabamos de mencionar la comprensión de la razón práctica como racionalidad instrumental. Si podemos construir autómatas que imiten al hombre, es porque éste también es un autómata. Como tal puede explicarse mediante leyes mecánicas, su comportamiento puede reconstruirse mediante herramientas analíticas, y puede predecirse porque está sujeto a férreas leyes universales[10] .
 
El Poder en el siglo XVII: ciencia, metafísica y política
Epígrafe 1203 El poder en la metafísica del S. XVII Párrafos 1-5 de 16
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Fecha modif. 25-09-2008