El poder en la época moderna

SUMARIO
Cap. 13
Soledad Gómez Navarro (Universidad de Córdoba)
La Iglesia como una institución de poder
Epígr. 1301 Introducción Párrafos 1-5 de 9
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La Iglesia como sistema cultural, social y una institución de poder
     Tres cuestiones previas al comienzo de estos conocimientos: La iglesia como un sistema cultural; la iglesia como estado o estamento social; y la iglesia como una institución de poder. En cuanto a la primera, y como todo sistema, la Iglesia está compuesta por un conjunto de elementos perfectamente imbricados entre sí, de tal manera que la alteración de uno o algunos de ellos acaba afectando a los demás; es, pues, una estructura, y con vocación universal en cuanto pretende entender, uniformar y controlarlo todo, desde la cuna hasta la sepultura, de donde precisamente la necesaria distinción entre eclesiástico, clerical, sacralización, religión, religiosidad, espiritualidad, clero regular y clero secular, grey, ortodoxia, heterodoxia, credo o creencia, herejía, rebeldía o cisma. En cuanto a la segunda, la Iglesia es, ciertamente, un estamento privilegiado, pero en modo alguno homogéneo, antes al contrario, las variadas y muy diversas realidades que contiene la convierten en una concreción o microcosmos de lo social global. Y, en cuanto a la tercera, es claro que si alguna institución cumple a la perfección lo que es una institución de poder, esa es la Iglesia puesto que incorpora y manifiesta con creces todos los elementos de una institución de poder, a saber: Bases económicas, bases sociales -significativas, pero no siempre-, territorio y organización político-administrativa del mismo, y función, que en el caso de la Iglesia, es multifunción, religiosa, litúrgica o cultual; caritativa, benéfica o asistencial; educativa o cultural; política, y, por supuesto, también social. De todo esto es precisamente de lo que versa esta aportación, pensando en el Seiscientos, siglo inequívocamente señero de la Iglesia barroca, pero no excluyente de otras épocas, porque ya sabemos que según qué aspectos de "lo barroco", la Iglesia atraviesa generosa y ampliamente aquella centuria hasta el corazón del Setecientos y aún más.
 
   
 
Principales fuentes documentales
     Dos tareas más antes de entrar en faena: La historiografía y las fuentes. En cuanto a la primera, es tanto lo que se ha producido y sobre todo se está produciendo en los últimos años, como tratará de recoger la bibliografía que acompaña a este texto, que es casi imposible trazar unas líneas medianamente útiles en este sentido, lo cual no obsta para que se digan dos cosas importantes: Una, que el estudio de la Historia de la Iglesia en España ha empezado a entrar por las vías de la Historia Social, porque la Iglesia es sociedad y en medio de la sociedad; y dos, que se ha emprendido y sigue haciéndose por historiadores, eclesiásticos o no -la mayoría ya laicos-, lo que ha contribuido a reducir o anular el cierto sabor apologético de algunas aportaciones anteriores, y vinculados a Universidades que cubren prácticamente todo el territorio nacional de norte a sur y de este a oeste.
 
   
 
     Y por lo relativo a las fuentes para el conocimiento de esta temática, son tan numerosas, diversas y abundantes que es difícil una sistematización, empezando porque, en este punto, lo más significativo es la indudable variedad de huellas disponibles y su no menos cierta dispersión, fragmentariedad y aun ocultación. No obstante, y expresando por adelantado que no puedo ser exhaustiva en este punto por lo mucho y bueno que ya se ha avanzado también en este terreno, cabe establecer una distinción en función de su origen, entre fuentes públicas, donde destacaría el Catastro de Ensenada, y, específicamente, sus libros de Familias de Eclesiásticos y Haciendas de Eclesiásticos, documentación capitular, episcopal, parroquial; y fuentes privadas, que incluye libros y legajos del clero, protocolos notariales, y fondos conservados en las mismas comunidades religiosas. Evidentemente todas son importantes, pero quizás por su mayor uso didáctico destacar el conocidísimo Catastro de Ensenada, y por su menor frecuencia, comentar algunas privadas.
 
   
 
     En cuanto al primero, los libros de familias de eclesiásticos, aún muy poco explotados, permiten la reconstrucción de la estructura familiar y social del clero secular; y los de haciendas de eclesiásticos es indudable que, pese a sus consabidas dificultades internas, son aún imprescindibles para la reconstrucción de la propiedad, por su completa y detallada información al respecto y por su detallada delimitación de bienes beneficiales o de fundación -los propios del beneficio canónico o, en relación a los cenobios, los integrantes de su dotación fundacional y, en todo caso, inalienables- y patrimoniales o adquiridos, esto es, propios de la persona o de una institución, y añadidos con posterioridad a la fundación, y porque permiten una explotación intensiva para la reconstrucción del patrimonio inmueble urbano y rústico, semoviente, y mobiliario, al relacionar, por este preciso orden, casas, artefactos -bodegas, molinos, lagares, tejares...-, tierras, ganadería, censos y juros -bienes de capital en general-, y cargas globales sobre el monto total del patrimonio, siendo los recintos sagrados y los huertos los únicos bienes eclesiásticos excluidos de la Única Contribución -los segundos, por satisfacer el consumo interno de la comunidad-.
 
   
 
     Para los inmuebles rústicos, se describen aprovechamientos, tipologías, ubicaciones, existencia o no de inmuebles inclusos añadidos -casa para recolección de frutos, casa para caseros y/o colonos, o casa para el propietario-, distancia, utilidad anual en reales de vellón -junto con las casas y artefactos figura su alquiler o la renta regulada-, superficie total, calidades, cultivos, anotación de plantíos dispersos si existen, producto total según cultivos o rendimiento calculado en base a la media del producto bruto anual en un quinquenio, linderos, sistemas de cultivo, sistemas de explotación, y cargas. Y como sucedía en los inmuebles urbanos, también las posibilidades en los ítems que lo permiten son varias. Así, en los aprovechamientos, si se trata de monte, secano, regadío, olivar -hecho o nuevo-, viñedo, inculto por naturaleza o inculto por desidia, y, siempre, con la especificación de sus correspondientes fanegas; en la tipología del bien, si es cortijo, dehesa, fontanar, hacienda, huerta, lagar, o cualquier otro; en su ubicación, si está en sierra, campiña, pago, o ruedo del término municipal; en cultivos, la tipología de éstos, ya sean frutales o secano; en los linderos, de nuevo si la pieza rústica de que se trate tiene al propietario en todos sus cuatros lados, al propietario más otros distintos por algún o algunos lados, u otros propietarios diferentes por todos lados; en el sistema de cultivo, si es en toda su extensión -y normalmente sin regla-, al tercio, año y vez, año y dos de descanso, o sin intermisión; en el sistema de explotación, si dispone el propietario de ella -esto es, si labra por sí-, o está arrendada y a quién; y en las cargas, su tipología -redimible o perpetua-, cuantía, finalidad y beneficiario.
 

La Iglesia como una institución de poder
Epígrafe 1301 Introducción Párrafos 1-5 de 9
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Fecha modif. 25-09-2008