El poder en la época moderna

SUMARIO
Epígrafe previo 1303
Cap. 13
Soledad Gómez Navarro (Universidad de Córdoba)
La Iglesia como una institución de poder
Epígr. 1304 Territorio y su organización político-administrativa Párrafos 1-5 de 7
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Territorio y su organización político-administrativa
     Es tan evidente que sin un territorio el poder no se aprecia, que casi sobra todo comentario, y especialmente sobra en este tema porque la Iglesia, "la civilización de la cruz", como se ha dicho, la del XVII, la previa y la siguiente, lo domina y cristianiza rápida y notoriamente todo. Por otro lado, tener un territorio sin administrar es inviable, por lo que es claro que aquí vamos a hablar de las instituciones. Pero ante la gran variedad existente, para no perdernos sintetizo en las indispensables, a saber: Las instituciones del clero secular, las del clero regular, y la dinámica de la misma vida eclesiástica.
 
   
 
Instituciones del clero secular
     En cuanto a las instituciones del clero secular, son también muchas y muy variadas las que habría que analizar, por lo que me fijo en las indispensables y sólo cito las restantes. Indispensables, la parroquia como unidad básica y primera de demarcación eclesiástica, y la diócesis como la institución de mayor jurisdicción, puesto que la archidiócesis no es más que la suma de varias de aquellas. Citables, todo el conjunto que a éstas seguirán, y de las que apenas sólo facilito sus nombres porque, además, suelen ser más conocidas, al menos las físicamente evidentes, aunque definiré las invisibles o metafísicas, como memorias y obras pías. Pero, sin duda, en esa captación y sujeción del espacio a la cristianización, la institución que, en primera instancia, encarna, representa y simboliza ese "imperio de la cruz" es la parroquia.
 
   
 
     En efecto, en el siglo XVII, como en el resto del Antiguo Régimen, la parroquia es la unidad básica de atención pastoral, de reclutamiento y de recolección decimal, sobre todo en el medio rural. De hecho, antes de que se impusiera definitivamente el término diócesis, no fue raro que para designarla se usara el de parroquia -paroecia-. Luego vino a ser una comunidad de fieles constituida establemente en una iglesia particular -diócesis o territorio exento-, cuyo cuidado pastoral -cura animarum-, bajo la autoridad del obispo o prelado, se confía a un presbítero con título de párroco o de administrador parroquial, que puede ser ayudado por uno o más vicarios parroquiales, llamados también tenientes de cura, primero, y coadjutores después. Así, pues, las parroquias fueron llamadas por antonomasia curatos, y los que las regían, rectores o curas; y siendo en ellas donde se administraba oficialmente el primer sacramento, el bautismo, recibieron asimismo la denominación de pilas. Normalmente, la parroquia es territorial, pero por razón del rito, la lengua y la nacionalidad, entre otras causas, puede ser personal, simplemente, o personal-local, por ejemplo la castrense, cuya jurisdicción era ejercida con carácter exclusivo con la territorial, y en entidades de población donde hay o ha habido más de una, la principal es la matriz, llamada también mayor, y para la atención de pequeñas poblaciones diseminadas o cuando había excedente en las más aglomeradas, se recurría a una ayuda de parroquia, también llamada anejo, filial sufragánea, hijuela, adegán, o iglesia simplemente. Históricamente ha sido la unidad territorial elemental de la administración civil y eclesiástica: Lo primero, como centro de empadronamiento, fiscalidad y reclutamiento de tropas; y, lo segundo, como centro de registro de bautismos, matrimonios, óbitos y cumplimiento pascual, así como de recepción de diezmos y primicias. El vecindario parroquial o comunidad de fieles constituye la feligresía, denominada también, precisamente por ese antedicho carácter recaudatorio, collación. Célula básica de unidad económica, social y cultual de la parroquia es la fábrica parroquial -documento 1 otra vez (*)-, de cuyo buen funcionamiento depende, por ende, el de la misma parroquia que la alberga.
* Enlace a referencia
 
   
 
     Por su parte, el trasunto eclesiástico de la provincia es la diócesis, término procedente de la organización administrativa romana aplicado a partir del siglo III d.C. al ámbito eclesiástico para definir el territorio que se hallaba bajo la jurisdicción de un obispo diocesano con sede en una catedral. Si aquél era demasiado grande, podía dividirse la diócesis en arcedianatos, como sucede en la de Córdoba, donde desde el siglo XIII, funcionan tres, Córdoba, Castro del Río y Pedroche, que, a su vez, se dividían en vicarías, compuestas de parroquias, identificándose en muchos casos en que los núcleos son pequeños vicarías y parroquias o parroquias de una sola villa o lugar. Órgano de gobierno de la diócesis, ayudando en esta tarea al obispo, es el cabildo catedralicio, ya indicado en su dimensión social. El cabildo se sostiene mediante la mesa capitular, formada por toda clase de bienes, en su mayoría de donación real, y con los diezmos como ingreso principal. Las donaciones de los fieles -fundación de obras pías, misas, donativos, ayudas…- contribuyen a la formación de una gran riqueza que da a los cabildos, como administradores de la misma, no propietarios, un sólido poder económico, que obviamente procuran conservar y aumentar, como plasma el documento 7 (*). El número de miembros de los cabildos depende de la cuantía de sus rentas, pero se distribuyen en dignidades, canónigos, y personal auxiliar, grupo heterogéneo en su composición y número.
* Enlace a referencia
 
   
 
     Junto a parroquias y diócesis aparecen ermitas, intra y extramuros, santuarios, de genuino sabor mariano, simples iglesias, y oratorios, como los elementos visibles más conocidos. Especialmente significativos son los últimos porque pueden ser, por su destino, privados, públicos o semipúblicos, y, por sus formas de piedad en la España del Seiscientos, los de san Felipe Neri, surgidos un siglo antes a impulsos de este presbítero italiano. Pero instituciones no evidentes pero sí existentes, y muy importantes por cierto en el imaginario colectivo y en su derivación económica, son las obras pías, singular forma de carácter benéfico-asistencial y/o espiritual para inmortalizar la memoria en pro del ánima del fundador y las de sus descendientes a través de una asignación perpetua de bienes y rentas, y donde entran capellanías, memorias de misas, aniversarios, mandas testamentarias libres mas perpetuas, y fundaciones de beneficencia como los patronatos para huérfanas pobres o viudas. De este tipo pero ahora muy visibles son también los hospicios, hospitales, colegios y otros institutos de índole asistencial y cultural.
     
     
 
La Iglesia como una institución de poder
Epígrafe 1304 Territorio y su organización político-administrativa Párrafos 1-5 de 7
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Fecha modif. 25-09-2008