El poder en la época moderna

SUMARIO
Epígrafe previo 1604
Cap. 16
Francisco Javier Moreno Díaz del Campo (Universidad de Castilla-La Mancha)
Una visión desde la historia de género: mujer y poder
Epígr. 1605 La mujer ante el Poder Párrafos 1-5 de 6
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La mujer ante el Poder
     Para ilustrar lo pretendido en este apartado hemos elegido a tres mujeres: dos religiosas y una laica. Una de cada uno de los tres siglos modernos: Teresa de Jesús; María de Ágreda y Josefa de Amar. ¿Por qué ellas?
     Porque a nuestro juicio sintetizan a la perfección los tres prototipos de mujeres que se situaron ante el poder y que, de una u otra forma, lo tuvieron. La primera como creadora de opinión; como mujer que se convirtió en principal valedora de los preceptos de la Contrarreforma, justo en un momento en el que el poder se sitúa más cerca que nunca de la religión.
     La segunda, María de Jesús de Ágreda, conocida por su ejemplar vida cristiana pero influyente, sobre todo, debido a la especial relación que mantuvo con Felipe IV, monarca que se encomendó a ella… Por lo tanto, María de Ágreda como mujer ante el poder político y junto a él, pero no siempre de acuerdo con él.
     La tercera es Josefa Amar. El prototipo de mujer que luchó por ser mujer en el Dieciocho español. Quizás la mejor estampa de aquellas mujeres que no se resignaron a cumplir con el papel que la sociedad de la época les tenía reservado y por ello, mujer que se situó ante el poder y que no dudo en criticarlo.
     
     
     
 
   
 
Teresa de Jesús
     Teresa de Jesús, nació en 1515 y falleció en 1582.
     Puede ser presentada como ejemplo en multitud de aspectos pero en lo que concierne al tema que nos ocupa, hemos creído conveniente incluirla en nuestro trabajo debido a que, a nuestro juicio, representa el papel de mujer que se situó ante el poder, que no dudó en serle crítica y que, alejada de él, le benefició en no poca medida pues no en balde, sus fundaciones contribuyeron a propagar por Castilla el ideal de la Contrarreforma.
     Es de sobra conocida la biografía de la abulense y por ello no merece la pena detenerse mucho más en ella. Nos interesa mucho más en este caso su papel como mujer.
     Se ha dicho que Teresa de Jesús fue precursora del feminismo. Sin llegar a tales extremos sí puede decirse de ella que durante su vida enarboló ideas en pro de la dignidad femenina, sobre todo cuando defendió que las monjas en particular y las mujeres en general eran tan capaces como los hombres de comprender la autenticidad de la experiencia espiritual, de entender los evangelios y difundir las enseñanzas de Cristo y de administrar por sí solas la gestión de los conventos[28].
     Igualmente, y como nos señala Alison Weber, fue capaz de trazar un "programa colectivo por el cual las monjas pudiesen ejercer un apostolado intramuros (dada la imposibilidad de ejercerlo de manera activa), orando por la Iglesia y asistiendo a los que acudían al locutorio por ayuda espiritual[29].
     Y sin embargo, tras su muerte, "su feminismo eclesial se diluyó"[30] debido a la presión de las viejas elites y, creemos, a una mala interpretación de los deseos de la propia madre.
     Por eso puede decirse que Santa Teresa fracasó y triunfó al mismo tiempo en su relación con el poder. Fracasó porque sólo a regañadientes pudo imponer su visión de lo que el apostolado femenino debía ser. Y, además, únicamente lo consiguió en vida. Triunfó indirectamente. Sin quererlo. Y lo hizo porque sus fundaciones, su reforma, su manera de ver las relaciones con Dios contribuyeron a expandir las ideas de un catolicismo que la persiguió, la maltrató a veces, no la entendió, pero se sirvió de ella para ganar posiciones.
 
   
 
María de Ágreda
     La segunda de las "mujeres ante el poder" que presentamos en este breve recorrido es María Coronel y Arana, más conocida como María de Jesús de Ágreda, la famosa consejera espiritual de Felipe IV. Una mujer en la podríamos decir que se conjugan a la perfección todos los elementos que caracterizan a ese tipo de mujeres que, sin quererlo expresamente, participaron activamente en el gobierno de su tiempo.
     María de Ágreda, nació en abril de 1602 y desde muy pequeña mostró unas excepcionales cualidades como mujer inteligente, austera y piadosa[31] Siendo adolescente entró en el convento de su villa natal y de allí no volvería a salir nunca, a pesar de lo cual logró convertirse en la principal consejera (tanto espiritual como temporal) de Felipe IV, lo que le ha concedido un papel de primer orden en la historia de nuestro país.
 
   
 
     María de Ágreda llegó a convertirse en abadesa con tan solo veinticinco años, momento a partir del cual su fama y notoriedad como mujer santa no pararía de crecer, especialmente entre las capas más altas de la sociedad. "Prueba de ello fueron las muchas personas de la nobleza y de las más altas esferas de sociales que se interesaron por visitar a son María, pretendiendo quizá el factor divino. Esto hizo que se relacionara con miembros muy destacados de la sociedad del momento y aunque la que mantuvo con Felipe IV entre 1643 y 1665 sea la más conocida, sor María mantuvo correspondencia con otros miembros de la familia real" [32] como las reinas Isabel y Mariana, el príncipe Baltasar Carlos, así como con miembros de la alta nobleza y elite eclesiástica entre los que destacan Fernando y Francisco de Borja, el duque de Híjar,…
 
   
 
     La relación de Felipe IV con María de Jesús de Ágreda comenzó en julio de 1643 cuando el monarca se dirigía al frente aragonés y visitó a la abadesa en la villa de Ágreda y únicamente se vería interrumpida en 1665, año en el que, curiosamente, fallecen ambos.
     No falta quien dice que fue una relación intensa y que en ella depositó el rey gran parte de las esperanzas que tenía para salvar una monarquía y un país que durante su reinado habían entrado en una profunda crisis.
     Pero, ¿por qué se fijó el monarca en ella? ¿Qué llevó a uno de los hombres más poderosos del mundo a entregarse a una sencilla y austera monja aragonesa?
     Pueden apuntarse varios factores que nos ayuden a comprender con mayor precisión tanto la decisión de Felipe IV como la importancia que sor María de Ágreda tuvo tanto en la vida del monarca como en el gobierno de la monarquía hispánica a lo largo de los años centrales del Seiscientos.
     Felipe IV fue claro en sus misivas a la reina. La monarquía estaba en crisis y él era un hombre turbado y a veces superado por las circunstancias. Por ello necesitaba de alguien que, ajeno a las sombras de la Corte, pudiera ayudarle. Al parecer del monarca, sor María podía ofrecer lo que él necesitaba y por ello le encargó la misión de "interceder ante Dios para ayudar a la salvación de la Monarquía y ser su consejera espiritual para ayudarle a vencer la fragilidad de su espíritu"[33]
     Para elegirla se basó en varios hechos constatados[34], de entre los cuales nosotros destacaríamos tres.
     El primero es la creciente fama que la madre había adquirido como mujer santa y su ascendiente sobre el resto de la población del reino, pues, como se ha dicho más arriba, fueron muchas las personas de alta y baja condición las que acudieron a ella.
     En segundo lugar debe destacarse el hecho de que la monja -también lo hemos indicado ya- no representaba precisamente el exponente de persona ambiciosa y deseosa de medrar por encima de todo, con lo cual, se supone, sus consejos serían siempre sinceros y no perseguirían fin ulterior alguno.
     En tercer y último lugar, lo que debió decidir al monarca fueron los propios escritos de sor María, muchos de los cuales sólo poseía él. En ellos se entrevé a una mujer sincera, inteligente, apasionada en sus creencias, piadosa y entregada a su monarca y a su fe. Cualidades todas ellas que el rey debió valorar en extremo y que facilitaron que, tras la caída de Olivares, la monja fuera una de las pocas personas que se atreviera a aconsejar directamente al monarca en cuestiones, no sólo religiosas sino financieras, militares, políticas,…
     Fue así como nació una relación en la que J. Villahomar califica como de semejante a la de la Virgen María en la tierra después de la resurrección de Cristo y en la que "la relación cambia de sentido y el Rey asume la posición del aconsejado, del dirigido, guardando respeto a los consejos que le vienen de Ágreda"[35].
     
 
Una visión desde la historia de género: mujer y poder
Epígrafe 1605 La mujer ante el Poder Párrafos 1-5 de 6
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Fecha modif. 25-09-2008