El poder en la época moderna

SUMARIO
Epígrafe previo 1909
Cap. 19
Enrique Solano Camón (Universidad de Zaragoza)
Razón de Estado, pensamiento e ideología
Epígr. 1910 Selección de textos Párrafos 1-5 de 14
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Selección de textos
Nicolás de Maquiavelo: "Las cosas por las que los hombres, y especialmente los príncipes, son alabados y censurados"
     "Nos resta ahora ver cómo debe conducirse un príncipe con sus gobernados y amigos…Siendo mi fin escribir una cosa útil para quien la comprende, he tenido por más conducente seguir la verdad real de la materia que los desvaríos de la imaginación en lo relativo a ella; porque muchos imaginaron repúblicas y principados que no se vieron ni existieron nunca. Hay tanta distancia entre saber como viven los hombres y saber como deberían vivir ellos que el que, para gobernarlos, abandona el estudio de lo que se hace para estudiar lo que sería más conveniente hacerse aprende más bien lo que debe obrar su ruina que lo que debe preservarle de ella; supuesto que un príncipe que en todo quiere hacer profesión de ser bueno, cuando en el hecho está rodeado de gentes que no lo son, no puede menos de caminar hacia su ruina. Es, pues, necesario que un príncipe que desea mantenerse aprenda a poder no ser bueno, a servirse o no servirse de esta facultad según las circunstancias lo exijan".
El Príncipe, Cap. XV, Espasa Calpe, pp. 76-77, Madrid
 
   
 
Tomás Moro: Aspectos de la vida en la isla "Utopía"
     "Los insulares no tratan como esclavos a los que han cogido prisioneros en la guerra; los hijos de los esclavos no heredan su condición; todos los esclavos procedentes de otras naciones recobran automáticamente la libertad. ¿Sobre quiénes recae, entonces, la esclavitud? Sobre el crimen, la maldad, el delito merecedor de la última pena. Poco importa que el criminal haya cometido el delito en la isla o en alguna ciudad extranjera; los utopianos castigan a los malvados en cuanto caen en su poder…a sus compatriotas los tratan con mucho más rigor, porque dicen: "Unos hombres que han disfrutado de una educación tan perfecta y a favor de los cuales se ha hecho todo lo posible para inspirarles el amor a la virtud, y a pesar de ello no han sabido defenderse de los atractivos de la maldad merecen que se les trate con el mayor rigor".
     Los  utopianoscuran a sus enfermos con la mayor diligencia y caridad. A los atacados de un mal incurable les proporcionan todos los consuelos imaginables: los acompañan, les dan conversación, los animan. Si su enfermedad no sólo es incurable sino que les causa dolores insoportables los sacerdotes y magistrados les exhortan de esta manera: ¡amigo y hermano nuestro! Puesto que no hay ninguna esperanza y retrasando vuestra muerte sois gravoso a vos mismos y a los demás, seguid nuestro consejo: puesto que la vida ya no es para vos más que un horrible tormento, anticipad con valor vuestro último día, y si os repugna suprimiros vos mismo permitid que otra persona os rinda este servicio, alguien que os ama, y que se compadece de vuestros sufrimientos y que sólo busca haceros entrar en el reposo Eterno.
     Pasemos a los matrimonios. No se permite contraerlos antes de los 18 años a la doncella y de los 22 al marido. Si llevados de una mutua ternura ejecutan antes de la ceremonia el acto conyugal se les prohibe contraer matrimonio. ¿Por qué castigan tan severamente lo que entre nosotros se juzga por un simple pecadillo? La razón que dan es que hay que tomar todas las precauciones para evitar que se extinga el amor nupcial abrasado por una llama ardiente y pasajera. Otra costumbre tienen muy singular: no se casan con los ojos cerrados en cuanto al físico del cónyuge: una venerable matrona muestra al amante su esposa enteramente desnuda, y recíprocamente, un hombre de buenas costumbres, en presencia de la futura esposa, despoja al novio de sus vestidos para que puede examinarlo de pies a cabeza y ver si tiene alguna imperfección. Apenas podíamos aguantar la risa oyéndoles contar estas cosas, pero los utopianoscon la mayor seriedad nos dijeron que si antes de comprar un caballo se toman tantas precauciones y se les observa con tal detenimiento para no ser víctimas de un engaño, ¿con cuánta mayor atención no habrá de examinar a la que va a ser vuestra compañera toda la vida?
     En Utopía no se permite la separación de los esposos sino por adulterio, la parte culpable debe vivir en el deshonor y la soledad. Sin embargo, a veces ocurre que sus caracteres se hacen incompatibles. En este caso se separan por mutuo consentimiento y contraen nuevas nupcias, pero esto ocurre cuando el Senado, informado por las circunstancias, pronuncia la sentencia del divorcio; caso muy raro, porque los insulares, nación muy inteligente, saben que no es buen medio para hacer reinar el amor en una pareja el hacer esperar que el lazo que los une puede disolverse".
Extracto del segundo libro de Utopía (cit. A. Domínguez Ortiz, Hª Moderna Universal. Vicens Universidad, Barcelona 1983, pp. 123-124).
 
   
 
Johan Huizinga: Conflicto espiritual de Erasmo
     "Como tipo intelectual, Erasmo pertenece a un grupo bastante reducido: el de los idealistas absolutos que, al mismo tiempo, son completamente moderados. No pueden soportar las imperfecciones del mundo; se sienten constreñidos a combatir. Pero los extremos no convierten a su carácter: retroceden ante la acción, porque saben que derriba tanto como edifica; y por eso se retiran, y siguen clamando que todo debería cambiar; pero en cuanto se produce la crisis, se ponen de mala gana de parte de la tradición y el conservadurismo. Y otra parte de la tragedia de Erasmo consiste en esto, que él veía las cosas nuevas y venideras con mayor claridad que nadie; que necesitaba luchar contra lo viejo; y, a pesar de ello, no podía aceptar lo nuevo".
Erasmo, ed. esp. 1946, p.265 (cit. J. Vicens Vives, <cite>Historia General Moderna</cite>, Montaner y Simón, 10ª ed. 1976, Barcelona vol.I, p.52).
 
   
 
Francisco de Vitoria: "Parecer de un teólogo sobre los títulos legítimos que justifican la conquista de la India por los españoles"
     "El primer título puede denominarse de la sociedad y comunicación natural. Respecto a esto, sea la primera conclusión: los españoles tienen derecho a andar por aquellas provincias y a permanecer allí, sin daño alguno de los bárbaros, sin que se les pueda prohibir por éstos. Pues en todas las naciones se tiene por inhumano acoger mal a los huéspedes y extranjeros, sin causa especial alguna. Y, por el contrario, por humanidad y cortesía, portarse bien con los huéspedes, a no ser que los extranjeros hicieren mal al llegar a otras naciones. Al principio del mundo, como todas las cosas eran comunes, era lícito a cada uno dirigirse y recorrer cualquier región que quisiera. Y no se ve que esto se haya quitado por la división de las cosas. Pues nunca fue intención de las gentes por tal división quitar la comunicación de los hombres. Se puede todo lo que no está prohibido o produce  injuria a otros o en detrimento de otros; es así que, como suponemos, tal peregrinación de los españoles es sin injuria o daño de los bárbaros; luego es lícita. "Por derecho natural todas las cosas son comunes a todos, y el agua corriente y el mar, y los ríos y puertos; y las naves, por derecho de gentes, es lícito          atracarlas a ellos, y por la misma razón se consideran públicas; luego a nadie puede prohibirse usar de ellas. De lo que se sigue que los bárbaros harían injuria a los españoles si se lo prohibieran en sus regiones. Ellos admiten a todos los otros bárbaros de cualquier parte; luego harían injuria no admitiendo a los españoles. Porque si los españoles no pudieran andar entre ellos, esto sería por derecho natural, divino o humano. Por el natural o divino ciertamente se puede. Si, pues, hubiera una ley humana que lo prohibiera sin alguna causa de derecho natural y divino, sería inhumano y no racional, y, en consecuencia, no tendría fuerza de ley.
     Otro segundo título puede haber, a saber: la causa de la propagación de la religión cristiana. En cuyo favor, sea la primera conclusión: los cristianos tienen derecho a predicar y anunciar el evangelio en las provincias de los bárbaros. En segundo lugar se muestra por lo dicho. Porque si tienen el derecho de andar y comerciar entre ellos, pueden por tanto enseñar la verdad a los que quieran oírle, sobre todo en lo que atañe a la salvación y la felicidad más  que en lo que atañe a cualquier disciplina humana. Tercero, porque en otro caso, quedarían fuera del estado de salvación si no se permitiera a los cristianos ir a anunciar el evangelio. Cuarto, porque la corrección fraterna es de derecho natural, como el amor; y como todos ellos están no sólo en pecado sino fuera del estado de salvación, por tanto corresponde a los cristianos corregirles y dirigirles, y aún parece que están obligados a ello. Quinto y último, porque son prójimos, como arriba se ha dicho. Es así que Dios manda a cada uno cuidar a su prójimo; luego corresponde a los cristianos instruir a los ignorantes en las cosas divinas".
Francisco de Vitoria, Relectio prior de Indiis recenter inventis, reedición de T. Urdanoz, Madrid 1960, cit. Por A. Domínguez Ortiz, Hª Universal. Edad Moderna, ed. Vicens Universidad, Barcelona 1983, pp.100-101.
 
   
 
Lucien Febvre: "Los príncipes y cristianos en el orden terrenal y en el orden celestial".
     "Los príncipes son plagas, pero plagas de Dios. Los matones, los espadachines, los verdugos que emplea para domar a los malos y hacer reinar por el terror y la paz exteriores en una sociedad de hombres viciosos. "nuestro Dios es un poderoso monarca -escribe Lutero, resucitando el tono de los sermonarios ardientes en proclamar la nonada de las grandezas-.  Necesita nobles, ilustres y ricos verdugos: los príncipes". Por lo tanto, estos personajes altaneros y antipáticos son necesarios, legítimos y, sean cuales sean sus taras, respetables. En el orden temporal por lo menos, el único en el que los príncipes son príncipes y en el que es preciso que los buenos los soporten con resignación, por espíritu de caridad, pensando en los irresponsables menores: los criminales, los inconscientes, los malhechores, que necesitan los vergajos y los calabozos. En el orden espiritual no hay más que cristianos en presencia de Dios. Y que los príncipes no recurran aquí a sus prerrogativas; que no vayan a querer estatuir sobre puntos de fe, dictar lo que los cristianos deben creer o no creer. Pero, inversamente, sus súbditos deben saber que ese espíritu de misericordia y de caridad debe florecer sólo en el reino de Cristo; en el reino terrestre no es la caridad, la misericordia, la gracia las que guían todas las cosas, sino la cólera, y la estricta justicia, y el derecho humano fundado sobre la razón…"
Martín Lutero: Un destino, F.C.E. (Primera edición en francés 1927), México  (Sexta reimpresión), 1988 pp.
 
Razón de Estado, pensamiento e ideología
Epígrafe 1910 Selección de textos Párrafos 1-5 de 14
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Fecha modif. 25-09-2008