Yebra

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1534
San Sebastián, ermita y cabildo

La ermita de San Sebastián, situada fuera de la población, fue visitada. Debido a su pobreza estaba inacabada, pero gracias a la devoción que se le tenía, los visitadores recomendaron que se concluyese su construcción mediante limosnas. La ermita iba a ser ampliada una arcada más, y los visitadores ordenaron enlucir y reparar su interior y tejado [9].

 

 

1534
religiosidad

También criticaron los visitadores que se celebrasen comidas y bebidas en las iglesias, dadas a los clérigos y a otras personas que acudían, sin estar permitido hacerlo. Esto movió a los visitadores a prohibir las comidas o bebidas en iglesias y cementerios [5] .

 

 

1534
riego

El problema de la limpieza de acequias y regueros permanecía vigente, según observaron los visitadores, que ordenaron desbrozarlos, para que pudiera correr el agua, un mandamiento que había que pregonar el mes de enero de todos los años para recordarlo [50].

 

 

1534
guardas

Para evitar los desmanes que los dueños de ganados cometían en los cultivos, se ordenó que se ejecutasen los procedimientos de sanción a los infractores, una vez que los afectados hubieran panteado su denuncia ante escribano, en el plazo de tres días desde que se produjese el daño. Los alcaldes deberían entender en estos casos y aplicar las penas correspondientes. Esto refleja que el problema venía de muchos años atrás y no acababa de solucionarse[233].

 

 

1534
montes

Se recuerda el daño que recibían los montes y que estaba prohibido carbón para sacarlo fuera de la provincia de Zorita, bajo pena de la pérdida del carbón y los animales en que se transportara [21].

 

 

1534
Yebra, Albares bienes comunales y propios

La costumbre y el uso iban diferenciando las propiedades públicas de las privadas, o "heredamientos". Cuando se producían roturaciones o cesiones de tierras concejiles a particulares, deberían fijarse las parcelas y las condiciones de uso, algo que en la práctica podía descuidarse, siempre con detrimento de los bienes públicos. Este caso se verificó en Yebra y en Albares, donde no se habían delimitado los bienes de propios de los comunales: "Otrosí, nos han fecho rrelaçión que vos, el dicho conçejo no tenéis fecho padrón de las tierras conçegiles que los vecinos de desta villa labran para pan, de donde a rresultado e rresulta que muchos vecinos tienen muchas tierras de tantos años posehídas, que las truecan, venden y heredan como propios bienes de patrimonio suyos, y si estoviesse de passar assí la mayor parte de vuestro término se enagenaría, por tanto, de parte de su Magestad y Orden mandamos a vos el dicho conçejo que al presente soys y seréis de aquí adelante, que cada vn año de vuestros ofiçios, hagáis padrón e ynventario de todas las personas vecinos desta dicha villa, que tengan tierras del conçejo, haziendo pregonar que todos las vengan a manifestar, so las penas de que nuestra parte les pusiéredes, que emos por puestas, demás que el que no manifieste tener las dichas tierras en el término del dicho pregón, pierda la posesión y derecho que a ellas tiene, e no las pueda tornar a aver más, e que otro qualquier veçino las pueda tomar como tierras conçejiles, lo cual fased e cumplid los ofiçiales de cada año, so pena del daño e intereses del dicho conçejo e de cada dies mill marauedís para la Cámara e fisco de su Magestad". [60]

 

 

1534
tercia del pan

Los visitadores aprobaron la constitución de un pósito en Yebra que había decidido crear su concejo con 400 fanegas de trigo, para hacer frente a "los riempos de hanbres y fortunas que Dios nuestro Señor por nuestros pecados permite" [127].

 

 

1534
Yebra, Fuentenovilla, Albares, Pozo, Fuentenovilla, Hontoba, Valdeconcha ganado

Muchas fincas seguían sin cercar, inconveniente que acarreaba la entrada del ganado a comerse los cultivos, especialmente todas las situadas junto a las casas, puesto que por fuerza el ganado pasaba junto a ellas al entrar y salir de los pueblos.[26].

 

 

1534
calles

Como en otras localidades, los visitadores denunciaron la suciedad de las calles, en las que encontraron basura, muladares, cáñamos e incluso hogueras, con el peligro que entrañaban[106].

 

 

1534
amojonamientos

Pese a las recomendaciones de los visitadores respecto a olvidarse del litigio con Escariche sobre lindes de los términos, el conflicto seguía latente [30].

 

 

1534
Ánimas del Purgatorio, limosnas

La limosna de las ánimas del Purgatorio carecía de libro y de cuentas, pues sólo había lo que tenía el mayordomo en su poder, por lo que se ordenó llevar por escrito en un libro las donaciones y gastos a partir de entonces [61].

 

 

1541
San Sebastián, ermita y cabildo

La ermita de San Sebastián, donde se juntaban sus cofrades a celebrar el día de su advocación, era muy humilde y su edificio se mantenía con grandes carencias, sin que los cofrades por su pobreza pudieran hacerse cargo de subsanarlas. Por esta razón los visitadores ordenaron que el mantenimiento de esta ermita se realizase con cargo a los propios municipales de Yebra . [9]

 

 

1541
Corpus Christi, cabildo

Unos años más tarde las cuentas sí se tomaban, pero en hojas sueltas y no en un libro encuadernado[9]

 

 

1541
San Bartolomé, ermita y cabildo

Según el inventario de sus bienes, en el año 1541, la ermita disponía de una decena larga de fincas, en las que cabía más de 18 fanegas de sembradura de trigo, más unos 57 pies de olivas, muy dispersos, poco más o menos lo que tenía a principios del siglo XVI, y seguía permaneciendo bajo la tutela del concejo de Yebra[240]. Los visitadores observaron que aún no se había hecho la reforma en la ermita mandada en las visitas anteriores, por lo que ordenaron al concejo que se hicieran en un plazo de cuatro meses, cobrando previamente 45 fanegas, diez celemines y medio de trigo y siete arrobas más siete libras de aceite, cantidades que debía entregar el mayordomo de este cabildo, llamado Pedro Sanchez de Juan Sánchez. Se vendería el trigo y el aceite por el valor que tenían en ese momento, a siete reales y medio cada fanega de trigo, y lo mismo cada arroba de aceite. En caso contrario, serían penados con 2.000 mrs. Tampoco se oficiaba ninguna misa a cargo de las rentas y bienes de la ermita, lo cual era injusto, ya que las personas que legaron sus bienes, lo habían hecho con esa condición. Por ello, los visitadores ordenaron que cada año se celebraran dos misas, en los días que el cabildo señalase, por el alma de sus bienhechores. [241]

 

 

1541
San Andrés, cabildo

Tampoco este cabildo, aunque mantenía su contabilidad al día, asentaba sus ingresos y gastos en un libro, sino en pliegos sueltos. Deberían sus cofrades comprar un libro y colocar en la cabecera el inventario de los bienes y rentas[9].

 

 

1552
San Bartolomé, ermita y cabildo

En 1552 aún no se habían efectuado ni las obras, ni se oficiaban las misas ordenadas por los visitadores en el año 1541. Sin embargo, se había comenzado una obra de ampliación y mejora valorada en 34.000 maravedíes, que incluía un tejado nuevo y una capilla, que se instó a concluir lo antes posible[242].

 

 

1552
San Andrés, cabildo

Enla visita de este año se comprobó que no se había hecho el inventario de sus v¡bienes ni la relación de obligaciones, que estaban pendientes desde la visita previa, pero slavo esto no se señaló nada fuera de las recomandaciones generales a los cabildos y cofradías cuyas cuentas ser revisaban[9].

 

 

1552
Corpus Christi, cabildo

Se revisaron sus cuentas en esta ocasión, sin especiales problemas que reseñar[9]

 

 

1555
guardas

En la visita de este año y en la de años posteriores aparecen en todos los mandamientos, unos capítulos que son generales a todas las visitas: "De parte de su magestad e Orden, vos mandamos que hagáis guardar y conservar los montes desta villa, conforme a las provisiones de su magestad, puniendo buenas guardas, fieles e diligentes,pra ello, y executéys y hagáis executar las penas, en las personas que hizieren daño en ellos, conforme alas premáticas destos reynos, e a las hordenças dela dicha villa, lo cual hazed e cunplid so pena del daño eyntereses que por no lo hazer vinieren a los dichos montes, e de cada cinco mill mrs. para la cámara y fisco de su magestad, e ansy mismo, los frutos de panes e viñas e olivas, executando las penas conforme a las ordenanças desta villa, sin remisión ninguna, pra que en todo haya buena guarda e cada uno sea señor de lo suyo" [61].

 

 

1556
arca de las escrituras

Permanecía en la sacristía de la iglesia. Tenía sólo una llave, aunque había una cerraja para dos, y estaba en manos del escribano del año anterior, Juan Carnicero de la Plaza. Tras la apertura y examen del arca, se volvió a cerrar y la llave fue entregada al escribano del año 1556, Juan Sánchez. Se reiteró la orden general de que había que mantener un libro con el inventario de las escrituras, y registrar todas las salidas y entradas de documentos para eviar pérdidas[29].

 

 

1556
pósitos

En 1556 el pósito de Yebra disponía de unas 130 fanegas de trigo, y sus cuentas fueron visitadas por frey Alonso de Angulo. Se encontraba en una cámara alquilada a una vecina llamada Juana de Herrera, y del alcance de trigo al mayordomose habían vendido 14 fanegas para costear el alquiler. Se recomendó mantener su objetivo, renovando el trigo mediante préstamo a los labradores, o vendiéndolo a precios convenientes[179].

 

 

1556
pilones, fuentes y lavaderos

En la villa existía una fuente en la plaza que tenía el pilón muy sucio, lleno de cantos y sin agua. La causa de ello era que el agua venía conducida desde fuera del pueblo mediante arcaduces y arcas, pero la canalización se había roto. El visitador frey Alonso de Angulo examinó el manantial, y le pareció de caudal suficiente, ordenando que desde la primera de las arcas donde se recogía, se abrieran zanjas buscando la conducción del agua: " y se encañase por vnas canales de pino verde, muy bien fechas, que viniesen cubiertas a dar de arca en arca a la dicha fuente, o con sus arcaduçes como antes solía venir, por tanto, de parte de su Magestad e Horden vos mando que lo más brevemente que ser pudiere, en aviendo segado los panes que están en las haças por donde viene encañada la dicha agua, hagáys abrir e linpiar e mirar el encañamiento della, por maestro y persona que sepa bien dello, y se encañe la dicha agua con sus canales de pino verde cubiertas, o con sus arcaduçes como mejor os paresçiere, y dixere el hontanero que lo oviere de hazer que conviene para que la dicha agua venga hordinariamente al dicho pilar, por ser buena agua para las bestias y para serviçio de la villa e vezinos della, e forasteros, y porque honrra mucho la plaça y si para ello fuere menester muñir el pueblo, lo hagáys hazer muñir por sus quadrillas para que ayuden a ello, pues es cosa de que todo el pueblo rresçibe provecho, no haziendo más agravio a vnos que a otros, y se linpie el dicho pilar, y se pongan las piedras que se an quitado de la fuente junto a él, y se enpiedre todo el dicho pilar y fuente a la rredonda, porque no aya allí lodo, y se aga un encañamiento llano de piedra labrada por donde se vaya el rremanente del agua que sobrare del dicho pilar, como fue mandado en la visitaçión pasada, para lo quel no os pongo pena ni limito término, por estar el conçejo alcançado y porque vi en vosotros voluntad de lo hazer, más de encargaros que de las primeras obras que oviéredes de hazer de las que os quedan mandadas, sea ésta una, pues rredunda en honrra y provecho vuestro". Además de la de la plaza, se inspeccionaron las fuentes siguientes: - Una fuente con su pilón, más abajo de la plaza, en el que abrevaban los ganados de labor y que se encontraba en mal estado, ordenándose subirlo media vara en alto para que no estuviera tan bajo, y colocar un empedrado en su entorno. Además, esta fuente abastecía el lavadero, y se ordenó instalar un distribuidor o paradera de cal y canto, para que el agua se repartiera a voluntad hacia el lavadero, o hacia el brazal "dizen de la Vega". El lavadero también estaba necesitado de las obras encargadas en la anterior visita: empedrar su entorno y el canal que le abastecía desde la fuente, además de una limpieza. Otro nuevo lavadero que se necesitaba, quedó pendiente para cuando hubiera recursos. - La "Fuente Mingo Rubio" que se encontraba fuera de la villa, "a media legua della", y de la cual se abastecían los vecinos debido a que su agua era dulce. Se había mandado echar una capa de yeso en capilla de la fuente, y empedrar su delantera, además de encañar otro manantial próximo, para que en los años secos no faltase el suministro de un agua tan buena, órdenes que no se habían cumplido hasta entonces. Además de reiterar tales obras, ahora se orenó elevar los "petriles del pilar" (paredes del pilón) un tercio más, y calafatear el interior, para que no se saliera el agua. - La "Fuente de la Dehesa Vieja de la Enzina" que era una pila pequeña de piedra y cuya agua se utilizaba tanto para personas como para animales, cuando se acudía a labrar las tierras próximas. Se recomendó dejar la pila que había para uso de las personas, y añadir más abajo un pilón grande para que abrevasen los ganados[234].

 

 

1556
hospital

En la villa de Yebra, su hospital era contiguo a uno de los hornos, sólo contaban con tres camas, una menos que en 1534. Se había ampliado mediante una casa, muy hecha, a juicio de los visitadores, pero todavía no estaba terminada, gracias a la donación de Juan Gómez de Burgos y su mujer, que dió parte del producto de la venta de su casas que estaban en la calle Carravillamayor. Se ordenó cobrar varias deudas y mandas testamentarias que había en favor del hospital para concluir la obra lo antes posible, recomendándose hacer una buena cocina con su chimenea en la casa nueva. Además, los visitadores ordenaron cercar con tapias un corral que tenía el hospital junto a las casas vecinas, para que los pobres pudieran salir a tomar el aire[61].

 

 

1556
San Bartolomé, ermita y cabildo

En la toma de sus cuentas al mayordomo Pedro de Perales, se comprobó que se habían efectuado obras por importe de 13.226, 5 maravedíes, el mismo importe que se recaudó desde 1552 en adelante. Respecto al estado del templo, así se describía: "Otrosý, vi e visyté la hermita de Señor San Bartolomé, en la qual hallé que después de la visitaçión pasada se a enpeçado a hazer y se va haziendo vna muy buena capilla, que a de ser de bóveda de cruzería de yeso, y las paredes van de cal y canto muy bien fechas, con sus estribos y están fechas hasta donde carga y arma la madera del tejado, y está enpeçado a poner el maderamiento del tejado, la que la dicha obra rremató en Gerónimo Gençor y Alonso Álvarez, maestros de albañilería y carpentería, en veynte e siete mill e quinientos maravedíes, con çiertas condiçiones según paresçió por el rremate e conçiones e obligaçiones que dello hizieron..." Sin embargo, hacía más de dos años que se ajustó la obra, y hacía días que estaba parada, por lo que se exigió darle contiuidad hasta su finalización. Además deberían conlcuir el altar y poder colocar así el retablo que tenía el concejo en la cámara del ayuntamiento. El resto de las recomendaciones de la visita son las conocidas de que tuvieran cuidado en celebrar los oficios por los benefactores de la ermita, y anotar cuidadosamente los ingresos y gastos en el libro de cuentas. Aparte de esta visita propia de la ermita, en la que seralizó a las cosas públicas de Yebra, se reiteró que el concejo debería velar por la buena conservación de este templo.[1]

 

 

1556
San Sebastián, ermita y cabildo

En la cuentas tomadas a sus mayordomos apenas hubo alcance, sólo un cántaro de aceite y cinco libras y media de cera. La ermita de San Sebastián estaba fuera de la villa, y en las visitas anteriores ya se había mandado hacer un zaquizamí sobre su altar, para evitar la caída de polvo, y reparar los poyos y "paredejas" del templo, que estaban caídas, y la portada, también caída, además del tejado. El concejo debería contribuir, al estar a su cargo, pero se encargó pedir a los vecinos "alguna limosna el agosto, yotros tienpos este año quando oviere frutos, espeçialmente este presente, que con ayuda de Dios se espera que serán buenos". Además, se informó que algunos de los cofrades habían enviado recado a Pastrana para que se pintara un retablo destinado a esta ermita de San Sebastián, que no la tenía. Estas mismas recomendaciones se repitieron a los oficiales del concejo, aparte de los cofrades, en virtud del patronato que tenía sobre la ermita[1]

 
     
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