Almonacid, Hontoba, Fuentelencina, Illana, Yebra, Hueva
Las desamortizaciones del siglo XVI

Ver texto con notas

 
 

Todas las localidades que pasaron a manos de señores particulares dejaron de ser visitadas por las autoridades de la Orden de Calatrava, que se concentraron en los pueblos que todavía seguían bajo su autoridad. Estos pueblos llegaron a pagar cantidades importantes de dinero para no ser enajenados de la jurisdicción de la Orden, como está documentado para Almonacid de Zorita, que desembolsó dos millones de maravedíes (en torno a 5.000 ducados), Fuentelencina (1.232.000 mrs.) Hontoba (1.100 ducados), Hueva (1.000 ducados), Illana y Yebra, con lo cual el efecto recaudatorio que pretendía la Corona se consiguió igualmente[2]. En lugar de halagar a un individuo deseoso de exhibir el título de señor de vasallos, los vecinos de los pueblos que no se dejaron vender tuvieron que rascarse el bolsillo para seguir manteniendo su independencia, cuando no hipotecando las rentas de propios y descuidando con ello las obligaciones de mantener los bienes públicos de los pueblos afectados durante los años en que se devolvía la deuda.

 
 

1556

La visita duró dos días y medio hubo de costas 848 maravedíes, más dosde cebada, más 442 maravedíes al escribano por el traslado de la visita. En cada una de las cofradías y ermitas, la visita con derechos del escribano y traslado importaba un real [1].

 
 

1577

La visita, concluida el día 11 de mayo de 1577, se realizó en tres días, con unos gastos de 5.645 mrs., más 14 reales de los derechos del escribano, que en total ascendieron a 6.121 mrs., abonados por el receptor de la villa de Hontoba. Las autoridades locales a las que se notificó el contenido de esta inspección fueron Diego Martínez y Diego de Parexa, alcaldes ordinarios; Juan Blanco, regidor; Miguel Sánchez, procurador; Alexo del Olmo y Pedro de Rueda, escribanos del ayuntamiento; Francisco Sánchez de Alhóndiga, alguacil; testigos Garci Gómez, vecino de Hontoba, y Gabriel Lozano, vecino de Almonacid. Fue escribano Juan de Soria, y eran visitadores frey Don Juan de Haro, comendador de Belmez y frey Juan Polo, prior de Zorita[1].

 
 

1589

La visita, concluida el día 7 de abril de 1589, se realizó en tres días y medio, con unos gastos de 4.496 mrs., más fanega y media de pan cocido, y más 772 maravedíes de los derechos del escribano, que abonó Agustín Blanco, receptor del concejo de Hontoba. Las autoridades locales a las que se notificó el contenido de esta inspección fueron el bachiller Celada y Sebastián Pardo, alcaldes; Juan Díaz, Bartolomé del Barco, regidores; Mateo de Celada, procurador; testigos, Juan López y Alonso Muñoz, vecinos y diputados de la villa[1].

 
 

1499

En algunas localidades la audiencia no existía a finales del siglo XV, pues los visitadores ordenaron crearlas, especialmente cuando se dotó de jurisdicción independiente a diversos pueblos que pasaron de ser aldeas a villas con la primera instancia dependiente de sus alcaldes ordinarios. En Hontoba los visitadores dieron estas instrucciones para construir una audiencia de nueva planta: "...estará bien en la plaça cabe la picota, donde aora es carnesçería, en esta manera: que se rronpa la pared de la calle por donde van al horrno, y que de la casa sobre vn pilar donde aora está el esquina y el suelo de la dicha avdiençia, se abaxe todo lo que más pudiere, por manera que quede en buen altura, y çerrar delante del tajón donde aora está vna rred de madera, y enlusyrla e faser sus buenos poyos por parte de adentro, e sy logar ouiéredes hagáys pyntar ençima de los poyos las armas rreales de sus Altezas e asymismo las de la Horden a los lados dellas, que son las cruzes e travas"[2].

 
 

1534

La audiencia continuaba en el mismo edificio que albergaba la cámara de ayuntamiento y la carnicería. Observaron los visitadores que una de las vigas estaba abierta, y si no se reparaba, el suelo de la cámara sobre ella podría resentirse. También había que "refrescar" las pinturas de las armas reales y las de Calatrava y colocar un nuevo arancel, porque el que había estaba viejo[2].

 
 

1541

La audiencia de Hontoba había sido reparada tras la última visita, y se encontraba en perfecto estado, con las armas reales y de Calatrava pintadas y el arancel colocado en sitio visible. La cámara de ayuntamiento, situada sobre la audiencia, también había sido objeto de alguna reforma, pero se observaban daños en una pared, debido a que la acequia que corría junto a sus cimientos no había sido desviada, tal como se dispuso en la visita previa a ésta. Para evitar el peligro de que se viniera abajo, los visitadores ordenaron requerir a los dueños de los huertos cercanos para que vendiesen las fincas colindantes con el edificio que daba asiento a las reuniones del concejo. Una vez en propiedad del municipio, esos solares se aplicarían para hacer un corral de servicio para la carnicería y matadero, establecimiento que continuaba situado también junto al edificio del ayuntamiento, o para la herrería. Insistieron en que debería trasladarse el curso de la acequia para evitar que el agua siguiera carcomiendo las paredes de la sede municipal[2].

 
 

1552

El edificio destinado a audiencia se había rehecho de nuevo totalmente, para ensanchar la plaza, tras adquirir los huertos que había a su parte de atrás. En el edificio había una cámara para las reuniones del ayuntamiento, a la que se accedía por una escalera bajo la cual se había dispuesto una despensilla. Todavía no se habían pintado los escudos de las armas reales y de Calatrava, y se recomendó allanar la entrada, pues había un desnivel alto respecto al suelo de la plaza, lo que suponía una molestia para acceder al edificio [2].

 
 

1556

Ninguna de las reformas que ordenaron los visitadores en 1552 relativas a la audiencia habían sido cumplidas, porque los ingresos del municipio se destinaron a pagar la deuda contraída por haber hecho servicio al rey para no ser enajenados de Calatrava, y para reparar el molino harinero. Los visitadores aceptaron las explicaciones e insistieron en que se efectuasen las mejoras de la audiencia cuando hubiera fondos [2].

 
 

1577

Era necesario sustituir las armas reales y de la Orden de la audiencia, porque estaban pintadas en la pared muy deslucidas. Sin embargo, la principal obra ordenada en la visita previa, que era sustituir una viga que estaba peligrosa en el techo de la audiencia y piso de la cámara de ayuntamiento, se había reparado[2].

 
 

1589

La audiencia continuaba junto a la plaza y no se había cumplido la orden de refresacar las deslucidas pinturas de las armas reales y de Calatrava, condenándose en 500 maravedíes a los oficiales del concejo que no ejecutaron el mandamiento de la visita anterior[2].

 
 

1534

La cámara del ayuntamiento estaba recibiendo daño porque las casas consistoriales se situaban muy cerca de una acequia, que iba socavando sus cimientos. Se ordenó requerir a los dueños de los huertos para que desviaran el curso del agua, apartándolo del edificio[65].

 
 

1552

La cámara de ayuntamiento, como el resto del edificio municipal estaba recién hecha, y tenía tres ventanas que iluminaban la sala, dotada de unos poyos a la redonda, para que se sentaran allí los alcaldes, regidores y oficiales, a debatir sobre el gobierno del pueblo. Aunque se consideró "muy buena pieça", los visitadores no dudaron en recomendar su embellecimiento, de esta forma: "porque el enmaderamiento alto de la dicha cámara es de madera tosca, y está feo para en la parte que es, se haga vn çaquiçamí de tablas açepilladas con sus çintas por las juntas, clavadas en las tirantes que están en lo alto de la dicha cámara, o se pongan vnos quarterones açepillados con sus tablas ençima como mejor os paresçiere, por manera que se escuse la dicha fealdad..."[11].

 
 

1556

En la cámara de ayuntamiento tampoco se habían iniciado las mejoras en su artesonado, aunque sí se habían comprado unas aldabillas de hierro para las ventanas, que como no estaban todavía colocadas, se mandó ponerlas en su destino[11].

 
 

1577

La cámara de ayuntamiento se calificó como "buena pieça" por los visitadores, que encontraron una imagen del Ecce Homo para las oraciones previas a las reuniones del concejo. También había un cajón con dos apartados, para guardar el libro de las reuniones del concejo y que el escribano lo utilizase como mesa. Se ordenó colocar escaños para los oficiales, y que no se sentaran enlos poyos. También se ordenó cubrir con un artesonado o zaquizamí el techo de la cámara, con tablas cepilladas o con cuarterones, para no dejar el techo a teja vana como estaba[11].

 
 

1589

La imagen del Ecce Homo presidía la cámara de ayuntamiento, que tenia poyos de yeso alrededor, y una mesa con dos cajones y sus llaves para el escribano, pero no se había puesto un escaño de madera para los alcaldes, incurréndose en pena por incumplimiento de 500 maravedíes. El zaquizamí sobre el techo seguía sin poner, y se recordó instalarlo cuando hubira posibilidad. Se visitó también la habitación que tenía una chimenea, sin encontrar desperfectos[11].

 
 

2000

Vista del Ayuntamiento actual. Tanto el ayuntamiento como la torre del reloj datan de la primera mitad del siglo XVII.

 
 

1552

El arca de escrituras del concejo de Hontoba se custodiaba en la cámara del ayuntamiento. Sus dos llaves estaban en poder de un alcalde, y los visitadores dispusieron que se entrgasen una a Mateo Sánchez de Hueva, alcalde, y la otra a Pedro de Manzanares, escribano, para que no se sacasen de allí documentos tan facilmente como cuando tenía ambas llaves la misma persona. Se ordenó asentar en un libro su inventario y que se anotase qué persona y qué documentos se extraían del archivo [22].

 
 

1556

Las escrituras del concejo se guardaban en la cámara del ayuntamiento. El arca tenía dos llaves, las cuales se encontraban en poder de uno de los alcaldes. Los visitadores decidieron que se entregase una de ellas al escribano del concejo; y ordenaron a los oficiales que compraran un libro para poner en él el inventario de las escrituras. [22]

 
 

1577

Los visitadores al examinar el interior del arca, que era de dos llaves, una en poder de un alcalde y otra en el del escribano, y estaba situada en la cámara de ayuntamiento hallaron: "el previlegio que la villa tiene del emperador e rrey don Carlos, nuestro señor questá en gloria, para no ser enagenada de la Horden, y la confirmazión que de la merçed del dicho privilegio hizo el rrey don Felipe, nuestro señor, en pergamino, con sus sellos de plomo, y otras escripturas del concejo, y hecho ynventario dellas en unos pliegos de papel..." Se ordenó comprar un libro encuadernado para mantener el inventario de manera más solemne, bajo pena de 2.000 maravedíes a los alcaldes y regidores, que se ejecutaría de forma inmediata, al haber incurrido en incumplimiento de un manadamiento señalado en la visita anterior. Esta orden se cumplió durante la visita, pues se anota al margen "comopróse e ynventariáronse"23].

 
 

1589

El archivo se guardaba en el cajón bajo de la mesa en la que trabajaba el escribano del ayuntamiento. La única llave del cajón estaba en poder del escribano. Entre las escrituras se encontró el privilegio de que Hontoba so fuera enajenada de la Orden de Calatrava concedido por el emperador Carlos , y su confirmación por Felipe II, escritos enpergamino, con sus sellos pendientes de sedas de colores. Los visitadores preguntaron por qué estaban los privilegios y escrituras del concejo en aquel cajón en lugar del arca que se había visto en las visitas previas, que tenía dos llaves. Respondieron que hacía poco tiempo se habían cambiado de lugar los documentos, porque el arca era vieja, estaba rota por varias partes por donde entraban los ratones, que habían empezado a hacer daño en los papeles. Los visitadores ordenaron que en el plazo de quince días se reparase el arca la pusieran sobre unos pies altos y se devolvieran a ella las escrituras porque estarían más seguras bajo dos llaves. Por otra parte se informó que los registros de los escribanos que trabajaban en Hontoba se guardaban en casaa del vecino García Gómez, y por ello los visitadores ordenaron que se hicieran unas alacenas en el ayuntamiento o que se comprasen dos arcas grandes para tenerlos bien conservados y ordenados, por el interés que tenían para el concejo y los vecinos[24].

 
 

1541

También existía en ciertas poblaciones un mayordomo del hospital, que debía ocuparse de visitarlo, llevar las cuentas, y supervisar el inventario de las ropas y pertrechos. Generalmente el hospital estaba a cargo del concejo o de algún cabildo de la villa, que debían procurar que estuviera bien provisto de todo lo necesario. ¿Realmente lo estaba? Hay muchos casos en que sí, otros que no tanto y, a veces, llegaron a detectarse incluso algunos fraudes. Cuando los visitadores examinaban los inventarios observaban que normalmente no se recogía todo lo que poseía el hospital, bien por negligencia de los que estaban al cargo, o por otros motivos, como ocurría en Valdeconcha [35], donde según el inventario debería haber tres camas, pero sólo se encontraron dos. O en Hontoba: "...Y porque no hallamos más de dos camas y mal pobladas de ropa, según nos parece por el inventario que está en el libro, hagáys que se adereçen las camas y bien, y se ponga otra para clérigos en una de las cámaras de arriba..." [36].

 
 

1534

El hospital, además de mal "aderesçado", tenía un telar en su interior, que impedía el alojamiento de pobres, además de que en la cámara había trigo, y otra cámara se había dado al pregonero. Se ordenó desocupar el edificio para destinarlo a sus fines específicos. El telar, que era del hospitalero, debería moverse a otra parte. Se ordenó hacer un portal y un colgadizo, para ganar espacio y ampliar con corral la parte trasera, requiriendo a los propietarios de casas vecinas a cerrar todas las ventanas que dieran al patio, para proteger la intimidad de los acogidos que salieran a él. Se ordenó que tuviera dos camas, una para los pobres y otra para los clérigos que acudieran[1].

 
 

1541

El hospital de Hontoba, a cargo de su concejo, había sido reparado desde la visita anterior, pero sus suelos estaban sin allanar, y había que cerrar el corral para que pudieran salir allí los pobres acogidos. Contaba solamente con dos camas en no muy buenas condiciones, pero como existía ropa suficiente según su inventario, los visitadores ordenaron a los regidores que se mejorasen ambas y que se preparase otra más para un clérigo, colocándola en una de las cámaras de la planta alta[1].

 
 

1552

El hospital contaba con dos camas para los pobres, y una para la hospitalera que los atendía. Las obras que se habían recomendado en la visita previa no estaban hechas: alzar las tapias de su corral, para que pudieran salir allí los que se alojaban sin que los vieran desde el exterior, y mejorar el suelo de la cocina, que estaba muy maltratado. Además de reiterarlas, no se olvidaron de señalar los visitadores que este hospital estaba bien provisto de lo necesario para cumplir con su función[1].

 
     
Volver al legado de Almonacid, Hontoba, Fuentelencina, Illana, Yebra, Hueva